Víctor Hugo Morales y una dura reflexión del presente: “El fascismo que se respira oprime”

En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana analizó qué dejó en la sociedad el golpe cívico-militar a casi 50 años.

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En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana,Víctor Hugo Morales, trazó un paralelismo entre el golpe cívico-militar de 1976 y la actualidad en la que los gobiernos democráticos de derecha se comportan de manera similar a los de facto y autocráticos.

El editorial de Víctor Hugo Morales
Desde ayer está en las librerías mi libro “Ciudadano Común en Dictadura”. En el 2025 se cumplieron 40 años de democracia en Uruguay, y el 1 de enero entramos en el cincuentenario del golpe de estado del 76 en Argentina. Tomé las dos fechas y escribí un libro que toma nota de lo que la Inteligencia del Ejército uruguayo escribió sobre mí al cabo de los años.

El valor de los archivos es que resultan irrefutables. está allí, no lo puede cambiar nadie. Es lo que se escribe cuando no se imaginan que puede llegar a saberse con el tiempo. Yo los conseguí unos 35 años más tarde gracias al Ministro del Interior Eduardo Bonomi y la gestión de Rafael Michelini. Los escritos se referían -lo que decían sobre mí- a ‘un comunista, un ambicioso que se lanzaría a la política en cuanto se dieran las circunstancias y un refutador del sistema’. Y lo hacía micrófono en mano con mis compañeros de Radio Oriental de Montevideo, el equipo que conducía del otro lado del charco.

Pero el capítulo más importante de “Un Ciudadano Común en Dictadura” es una larga reflexión sobre las dictaduras y su retorno en Argentina con otro envoltorio: sin fusiles, con diarios, con elecciones pero escasa democracia. Con una dictadura del sistema tan eficaz como la de los militares para lograr los propósitos económicos de estafar al pueblo y asegurarse un dominio absoluto en el control de la justicia. Entramos a los cincuenta años que se cumplen de la tiranía y su golpe con la derecha cívico-militar autocelebrándose por un triunfo que arroja la misma sensación fascista de cualquier absolutismo.

Para tomar postales recientes: el fanatismo nazi de Lemoine en las juras, las arengas de Milei desde lo alto del Parlamento como si fuese Mussolini del balcón de la plaza Venezia, Las Fuerzas del Cielo como la guardia pretoriana del Gobierno, el aval a las torturas en la ONU, el negacionismo, el desprecio por los gays tratados como pedófilos, el ambiente patriarcal restaurador, trabajadores dictatorialmente amenazados por una reforma siniestra, la indefensión de la discapacidad, el avance sobre la cultura, los libros, el cine, el teatro, las golpizas impunes, y de manera especial la toma del aparato judicial hasta convertirlo en un tribunal del Medioevo.

Todas estas fotografías de la actualidad arrojan miedo e indefensión como en etapas de despóticas autocracias. El fascismo que se respira oprime.

Algo funciona extrañamente en sectores de las sociedades humanas que no se puede explicar. El presente argentino con este componente aterrador de derechosos sin ley no se diferencia de los años setenta en muchos aspectos.

En “Un Ciudadano Común en Dictadura” -este libro que está en librerías desde hace unos días- menciono el desconcertante episodio del referéndum del año 80 en Uruguay, que pedía el “SÍ” por la continuidad militar o el “NO” para volver a la democracia. Y aunque triunfó el “NO” y el país pudo ofrecerse el retorno del sistema, casi el 44 por ciento votó a favor de los militares. Cuarenta y cuatro de cada cien. Habían pasado siete años de la dictadura y el balance era ese.

Ahora, acá, transcurrieron 50 años del golpe del 76. Nadie dudaría que si Videla fuese candidato, o lo es cualquiera que piense como él, tiene el triunfo electoral asegurado. Los aniversarios de la democracia no tienen “que lo cumpla feliz”. Eso sí, tenemos el abrazo de los hombres y mujeres libres para seguir dando la batalla. Por eso no pongamos la vida en pausa.