Gisèle Pelicot regresa a la corte para enfrentar a uno de los hombres condenados por violarla
Husamettin Dogan, de 44 años, un constructor que fue sentenciado a nueve años de prisión, fue el único de los 51 condenados que mantuvo su apelación.
PolicialesHace 4 horas

Entre aplausos y pancartas que decían “Basta de violaciones”, Gisèle Pelicot volvió este lunes a un tribunal francés para asistir al juicio de apelación de uno de los hombres condenados por violarla mientras su exmarido la drogaba. Casi un año después del proceso que terminó con 51 sentencias por agresiones sexuales, la mujer de 72 años regresó al Palacio de Justicia de Nîmes decidida, según su entorno, a “pasar página definitivamente”.
Con una chaqueta rosa y acompañada por su hijo menor, Florian, Pelicot avanzó entre decenas de personas que se acercaron a expresarle apoyo. Desde que decidió renunciar a su derecho al anonimato, su rostro se convirtió en símbolo de la lucha contra la violencia sexual en Francia. El acusado, en cambio, subió las escaleras de manera discreta, cubierto por una gorra, una máscara y anteojos. “Estoy aquí porque nunca quise violar a esta dama a quien respeto”, dijo ante los jueces Husamettin Dogan, de 44 años, apoyado en un bastón.
El caso Pelicot estremeció a Francia y trascendió sus fronteras. En diciembre de 2024, un tribunal de Aviñón condenó al exmarido de la víctima, Dominique Pelicot, a la pena máxima de veinte años de prisión por drogarla durante casi una década --entre 2011 y 2020-- para dormirla y entregarla a desconocidos que la violaban en su propia casa, en la localidad de Mazan, en el sur del país. Otros cincuenta hombres fueron declarados culpables, con penas de entre tres y quince años. Dogan fue sentenciado a nueve, pero recurrió el fallo.
Aunque al principio diecisiete de los condenados anunciaron apelaciones, solo Dogan la mantuvo. Ahora enfrenta nuevamente al tribunal, esta vez solo en el banquillo, con una acusación que podría elevar la pena hasta veinte años. La atención mediática volvió a ser enorme: más de un centenar de periodistas de distintos países fueron acreditados para seguir el proceso.
Los hechos que se revisan ocurrieron la noche del 28 de junio de 2019. Según la investigación, Dominique Pelicot contactaba a hombres por internet y los invitaba a su casa asegurándoles que su esposa consentía las relaciones. Esa noche, Dogan habría llegado al domicilio con esa idea. “Pensé que era un juego”, declaró durante el primer juicio. Dijo haberse dado cuenta de que “algo no era normal” cuando notó que la mujer roncaba, y que se marchó apresuradamente, sin alertar a nadie.
El tribunal de Aviñón no creyó esa versión. Los jueces consideraron probada la violación, apoyados en videos hallados en la computadora del exmarido y en peritajes médicos que confirmaron la presencia de ansiolíticos en el cuerpo de Gisèle. Dogan, un exobrero de la construcción, vuelve ahora a insistir en que fue manipulado. “Dominique me dijo que ella estaba de acuerdo, que fingiría estar dormida”, declaró en la primera audiencia del nuevo proceso.
Dominique Pelicot, uno de los violadores seriales más notorios en la historia reciente de Francia, comparecerá esta semana como testigo. Su abogada, Béatrice Zavarro, adelantó que su cliente mantendrá la postura que expresó en el juicio anterior: “Soy un violador y todos los hombres de esta sala también”.
El abogado de Gisèle, Antoine Camus, dijo que su representada “habría preferido quedarse en casa para concentrarse en su nueva vida y en su futuro”, pero que decidió estar presente “para que la justicia repita lo que necesita oír: que todas las violaciones que sufrió son realmente violaciones”.
Pelicot, exgerenta de logística, fue quien pidió en 2024 que el juicio se realizara de manera pública. Quiso que la vergüenza cambiara de lado. Su testimonio, transmitido por las cadenas francesas, transformó su historia en un caso emblemático de violencia sexual y sumisión química. La exposición de Gisèle Pelicot reavivó el debate sobre el consentimiento y la respuesta judicial frente a los delitos sexuales.
A la salida del tribunal, colectivos feministas la esperaban con flores y pancartas. “Gisèle no está sola”, se leía en una de ellas. El grupo Nous Toutes convocó a acompañarla durante todo el proceso, que debería extenderse hasta el jueves. En Nîmes se esperan nuevas movilizaciones, mientras las autoridades locales refuerzan la seguridad alrededor del edificio.
La historia también dejó cicatrices en Mazan, el pequeño pueblo donde ocurrieron los hechos. Allí, muchos vecinos prefieren no hablar del tema. El propio alcalde intentó en su momento minimizarlo, calificándolo como “un asunto privado”. Pero para las organizaciones feministas, lo ocurrido en la casa de los Pelicot expuso de manera brutal un fenómeno más extendido de lo que se reconoce: las violaciones facilitadas por drogas administradas sin consentimiento.
Durante el juicio de Aviñón, se escuchó que Dominique disolvía pastillas para dormir y ansiolíticos en el café, el puré o el helado de su esposa. Mientras ella permanecía inconsciente, filmaba las violaciones y contactaba por internet a nuevos participantes. La Fiscalía habló de “una mecánica de violación industrializada” y de “un nivel de deshumanización aterrador”.
Hoy, el exmarido cumple su condena en régimen de aislamiento. Dogan, por su parte, comparece libre, aunque bajo fuerte presión mediática y judicial. Nueve jurados --cinco hombres y cuatro mujeres-- acompañan a tres jueces profesionales en el tribunal de apelación de Nîmes.
“Ella está aquí por dignidad”, resumió su abogado Camus. “Porque todavía hay quien se atreve a decir que no fueron violaciones. Y porque cada vez que la justicia duda, se repite la violencia”.
El veredicto se conocerá en los próximos días. Para Gisèle Pelicot, que atravesó casi una década de agresiones mientras su entorno la consideraba una mujer dormilona o enferma, el regreso a los tribunales tiene otro sentido: cerrar un ciclo. En silencio, pero de pie.

