DE LA FICCIÓN A LA REALIDAD: UN JOVEN TUCUMANO APARECIÓ VIVO EN SU PROPIO VELORIO
PolicialesEl miércoles

Lo que parecía un guion salido de una comedia argentina terminó siendo la cruda realidad en Villa Carmela, Tucumán. Cuarenta años después del estreno de la inolvidable Esperando la carroza, la escena se repitió en la vida real: un joven irrumpió en su propio velorio, dejando en shock a familiares y vecinos.
El episodio comenzó días atrás, cuando un cuerpo atropellado en la ruta que conecta Alderetes con la capital tucumana fue identificado por familiares como el de un muchacho de 22 años. Según la primera versión policial, la víctima se habría arrojado bajo las ruedas de un camión en lo que parecía un suicidio. Sin embargo, la fiscalía ordenó investigarlo como homicidio culposo, y el cuerpo fue trasladado a la Morgue Judicial.
El subjefe de la regional este relató que, tras el hallazgo, la propia madre del supuesto fallecido acudió a la comisaría y reconoció el cadáver. Con ese aval, se entregó el cuerpo a la familia y se autorizó la inhumación.
Horas después, en Villa Carmela, mientras se desarrollaba el velorio, la confusión alcanzó su punto máximo: el joven al que todos creían muerto entró caminando a la sala y exclamó: “¡Estoy vivo!”.
Vecinos describieron la escena como un verdadero caos. “Hubo gritos, llantos, gente que salió corriendo. Fue como una película”, contó una testigo a la prensa local.
El fiscal interviniente dispuso que el joven fuera entrevistado. En su testimonio, el muchacho explicó que durante la madrugada del accidente se encontraba consumiendo drogas en Alderetes, sin enterarse de que lo habían confundido con la víctima del atropello.
Ante la polémica, desde la comisaría de Alderetes insistieron en que actuaron “con total seriedad”, justificando que la entrega del cuerpo se realizó luego de que la madre lo reconociera formalmente.
El insólito caso puso en evidencia fallas en el proceso de identificación y abrió interrogantes sobre los protocolos policiales y judiciales. Mientras tanto, la comparación con la icónica Esperando la carroza se volvió inevitable: la diferencia es que esta vez, el guion no fue de ficción, sino de la vida real.
FUENTE: casospoliciales.net/



