“Este modelo ¡mata!”

Los sacerdotes católicos que trabajan en medios populares emitieron un documento en el que hacen un muy crítico análisis de la situación social, política y cultural. Denuncian violaciones y atropellos, reclaman escucha a la dirigencia política y sostienen que la crueldad, la mentira y la injusticia no tienen la última palabra. Palabras de aliento y respaldo para quienes luchan por sus derechos.

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El grupo de Curas en la Opción por las y los Pobres (COOP) emitió un extenso documento -al finalizar su encuentro anual en Villa Allende (Córdoba)- que contiene un análisis de la coyuntura política, económica y social del país y del contexto internacional y en el que, haciendo suya una afirmación del extinto Papa Francisco, sostienen que “este modelo ¿mata!”. “El modelo social, político y cultural vigente es generador de pobres, se desentiende de la vida y la vida digna” afirman los sacerdotes católicos que desempeñan su misión en medio de los sectores populares.

Dicen los curas que se reúnen convocados por la necesidad de ser “honrados con lo real” y “la realidad es dura, es compleja, y es indispensable mirarla sin disimulos y, a veces, en su dramatismo”, sin perder de vista, agregan, que “a su vez, la vida es una esperanza común; la lucha popular y comunitaria en pos de un proyecto de pueblo”. En el documento hacen un recorrido por los principales problemas y desafíos que enfrenta la sociedad, pero señalando también los gestos y manifestaciones que motivan la esperanza.


 
 
En ese marco los sacerdotes provenientes de distintas partes del país sostienen que “queremos renovar las palabras del maravilloso poema de José Martí en Guatanamera: ‘Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar’ ”. Y afirman que “sabemos que echar nuestra suerte con los pobres de la tierra implica insultos, desprecios, críticas y persecuciones”. Para los curas “el odio, la crueldad, la mentira y la injusticia no tienen la palabra en la historia” y, en cambio, “el amor, la justicia social, la verdad y la esperanza nos marcan caminos (…) que son un propósito que queremos andar” porque “la violencia verbal y la coima no pueden ser un proyecto”.

Los COPP sostienen que “la corrupción, con sobornos a la luz del día, y una obscena ostentación de impunidad no nos permiten permanecer indiferentes”. Porque “el ajuste, presentado como motosierra, perjudica a los trabajadores, los pobres, a los que tienen trabajos precarios y a los necesitados beneficiando al capital concentrado”. Agregan que “en la vida cotidiana, y especialmente en tiempos electorales, se presentan a grandes rasgos proyectos distintos de Patria” que expresan “proyectos de individualismo, de crueldad e indiferencia”, por una parte, y proyectos de “justicia social, de paz y de verdadera libertad”, por otra.

 
Al analizar la coyuntura los curas sostienen que “este modelo de ganancia excesiva de unos pocos genera un empobrecimiento creciente de cada vez más personas”. Y, subrayan que “desde hace años afirmamos que “estas políticas no cierran sin represión”. Por ese motivo -continúan diciendo- “la crueldad se hace patente y se ensaña con personas con discapacidad, infancias, jubilados, la salud y la educación públicas…”.

El pronunciamiento contempla también una referencia directa a la actuación del Poder Judicial y su relación con la política. “En este contexto -afirman los COPP-, no nos olvidamos que Milagro Sala sigue siendo presa política y el poder judicial exhibe una doble vara injusta de toda injusticia” y que, además, “Cristina Fernández de Kirchner, la principal lideresa política es encarcelada y proscripta en una farsa de juicio, mientras se blindan judicial y mediáticamente a funcionarios del gobierno, incluyendo a la hermana del presidente”.

 
La declaración incluye “un abrazo” a Pablo Grillo -víctima de la represión policial cuando cubría una marcha de protesta en el Congreso- y a “fotoperiodistas y medios alternativos, que nos ayudan a la honradez con lo real, aún a costo de sus vidas y su integridad”.

Denuncian también los sacerdotes católicos que “en el orden internacional, el gobierno calla de un modo cómplice ante el genocidio en Gaza y avala a un criminal de guerra, Benjamín Netanyahu reclamado por la corte penal internacional”. Agregando, en referencia también crítica hacia el gobierno argentino, que “acepta colonialmente, un embajador que nos dice con quién debemos comerciar y a quién debemos votar”.

Suma a todo lo anterior un “alerta” sobre “otro genocidio en ciernes”: “el ecológico, con el agro negocio, la minería extractivista y demás acciones destructoras del medio ambiente y provocadoras del cambio climático, del deterioro social que afecta especialmente a los campesinos y pueblos originarios”.

 
Pese a esta descripción de la situación los COPP afirman su esperanza porque “sabemos que otro país es posible” y porque “creemos que la lucha popular y comunitaria engendra un proyecto de pueblo”.

En ese sentido -dicen-, “celebramos, la lucha perseverante de minorías valientes que no temen a los gases y a los palos, que, por momentos, se unen y se solidarizan en los múltiples reclamos al ‘topo anti Estado’, haciéndose más visibles y haciendo retroceder a la represión que ejerce Patricia Bullrich”.

Sostienen además los sacerdotes católicos que “nos llenan de alegría los nietos aparecidos, en medio del ataque, desguace y abandono de las instituciones que protegen la Memoria, la Verdad y la Justicia ... y aplaudimos la perseverancia de Madres y Abuelas, repudiando que Argentina se haya retirado del Comité de DDHH de la ONU”.

 
Señalan también que es “indispensable la necesidad de conversión de nuestra dirigencia: de quienes esperamos que escuchen y aprendan de trabajadores y trabajadoras de los territorios, reconociéndolos como sujetos políticos del bien común que se juega en lo cotidiano”.

En directa alusión al golpe de Estado contra la democracia perpetrado en 1976, ahora los curas dicen que “empezamos a preparar los 50 años de memoria de momentos también duros (…) donde el genocidio, hoy negado, campeaba en el terrorismo de Estado”. Recuerdan que “la muerte, la desaparición forzada, la tortura mostraba a todos el cruel rostro del horror; el cambio de la identidad de niños, que todavía hoy, adultos, ignoran, en gran número, su historia y su sangre”.

Sin embargo, los sacerdotes católicos sostienen que “esa memoria, con verdad y justicia nos manifiesta, a su vez, un camino, un rumbo de pueblo”. Subrayan además que “en la Iglesia, no podemos callar las decenas de testigos: obispos, curas, religiosos y religiosas y gran cantidad de laicos, en su mayoría anónimos, mártires que marcan rumbos y nos revelan que también otra Iglesia es posible”.

 
El texto finaliza diciendo que “ser honrados con lo real nos invita a mirar a la cara la injusticia y denunciar el pecado, y, a su vez, conocer una hoja de ruta para que vuelva la alegría y caminemos con esperanza”.