"Me sentía como una rama seca"
Una jubilada y una vecina de Las Flores transformaron sus saberes en fuentes de trabajo familiar y autonomía económica, en un contexto adverso para pymes y proyectos independientes. El impulso de los microcréditos de Banco Provincia.
Sociedad09 de junio de 2025

“Cuando dejé de trabajar para un cliente que me pagaba muy poco, mi hijo me dijo ‘mamá, estás como una rama seca, en cualquier momento quebrás’. Desde entonces, así se llama mi taller, porque él tenía razón y realmente yo me sentía así”, cuenta Adriana Bazzi, jubilada textil de Las Flores, en diálogo con Buenos Aires/12. Su frase no es una metáfora aislada. Es el reflejo de una experiencia marcada por la incertidumbre, la resiliencia y, finalmente, la reconstrucción a través del trabajo propio. Su historia es una entre miles: una mujer que encontró en los microcréditos de Banco Provincia un respaldo económico y una oportunidad concreta de volver a empezar para subsistir, luego de muchos años aportando como trabajadora en distintos rubros.
Adriana trabajó más de dos décadas en el rubro textil, primero en Gatic y luego en distintas fábricas de su ciudad. Al jubilarse, se enfrentó con una verdad común a muchos adultos mayores: su ingreso ya no alcanzaba. “Quería emprender algo, pero no sabía qué”, relata. Lo que sí sabía era coser, y hacerlo con calidad. Así, con el empuje de sus hijos y el acompañamiento del municipio de Las Flores accedió a su primer crédito para comprar una máquina Overlock de cuatro hilos.
Fue el inicio de su taller montado en un garage. Empezó sola, luego con una compañera. Al principio trabajaban para marcas como Mimo y Grisino, pero como los pagos eran muy bajos decidieron dejar esos encargos, aseguran. La falta de ingresos consistentes hizo que la otra trabajadora abandonara el proyecto, pero Adriana siguió adelante. Al mismo tiempo, la emprendedora de Las Flores se lamenta por la situación a la que denomina como “crítica” que atraviesan los jubilados por sus bajos ingresos, cuyo impacto se ve reflejado cada miércoles en las marchas frente al Congreso. Por consiguiente, no coincide con la decisión del presidente Javier Milei de vetar el aumento del 7,2 por ciento y el bono previsional para jubilados y pensionados tras la media sanción de la Cámara de Diputados.
“No le tengo miedo a nada porque sé trabajar. Soy prolija, hago calidad”, afirma. Hoy fabrica remeras, buzos, vestidos y hasta delantales ignífugos para metalúrgicas. Recibe pedidos desde Azul y emplea a familiares y amigas desempleadas. “Pese al contexto adverso, me siento feliz de poder dar trabajo. Me siento una jubilada que también puede ser emprendedora”, destaca.
Los microcréditos, gestados desde Provincia Microcréditos, entidad vinculada al Banco Provincia, fueron el combustible para el motor de este proceso. Adriana no solo compró máquinas, también adquirió herramientas, hilos y pie de guías. “Estoy agradecida, lo que me prestaron lo estoy devolviendo cada mes. Y eso me da mucho orgullo”, sostiene. Hoy, el taller “Rama Seca” es un proyecto familiar y una fuente de empleo autogestionado que resiste incluso en tiempos difíciles.
Como Adriana, Natalia Maliani también se reinventó desde lo cotidiano. Ingeniera agrónoma de Las Flores, creó Amatista Cosmética Natural impulsada por una búsqueda personal. “Todo empezó cuando necesitaba cambiar el cuidado de mi cuerpo. Hacía talleres de plantas medicinales con mujeres rurales, ellas fueron mi inspiración”, recuerda. Su primer producto fue un desodorante natural. Luego vinieron los jabones, bálsamos, shampoos sólidos y aceites medicinales, todos elaborados sin químicos, con envases compostables y materias primas de origen local.
Natalia vendía sus productos a amigas hasta que participó en una feria en Villa Pardo. La respuesta del público fue tan positiva que decidió convertir lo que era una inquietud personal en un proyecto central en su vida. “Desde hace cinco años trabajamos con ingredientes cultivados en nuestra huerta o recolectados en la zona rural. Queremos que mujeres rurales sean proveedoras, generar una red”, explica.
En 2022 recibió su primer microcrédito del Banco Provincia, que usó para adquirir materias primas a escala y reducir costos. En 2023, obtuvo un segundo préstamo con el mismo fin. Mientras que, este año, proyecta utilizar un nuevo crédito para adecuar un espacio exclusivo dentro de su vivienda familiar para la elaboración de los productos Amatista.
Natalia no está sola. El emprendimiento hoy incluye a sus hijas Camila y Delfina, quienes manejan redes sociales, ventas online y producción audiovisual. “Ya somos una pyme familiar bonaerense”, dice con orgullo. Participan en la feria agroecológica de Las Flores, en eventos organizados por NUTAN en Tandil y comercializan por redes, WhatsApp y tienda virtual. El crecimiento no es solo económico, también es ambiental y social porque Amatista combina ingreso familiar con compromiso sustentable, destacan.
Planificar y reinventarse para subsistir
El contexto económico desde comienzos de 2024 no viene siendo fácil de afrontar. Las políticas aplicadas desde el cambio de gestión nacional impactaron con fuerza sobre los costos, la producción y el consumo tanto en pymes como en emprendedores. Según los últimos datos de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino, para noviembre de 2024 a nivel país ya eran más de 16.500 de empresas, emprendedores, pymes y micropymes a nivel nacional que debieron cerrar sus puertas por las políticas regresivas.
Natalia lo previó: “Hacia finales del 2023, al ver cómo venía la mano y sabiendo que algunos insumos son muy caros, decidí sacar un crédito para abastecerme. Así, cuando subieran los precios, ya iba a tener todo comprado”.
Aun así, los primeros meses del año pasado fueron duros. “Los precios se dispararon y tuvimos que ajustar mucho. Decidí salir de algunos locales donde vendía porque no podía estar todo el tiempo remarcando. En cambio, fortalecimos la venta directa y las redes sociales”, explica. También recurrió a la innovación: cambió materias primas por opciones más accesibles y sostenibles. “Las crisis nos obligan a repensar todo. Pero también es una oportunidad para capacitarse, para mejorar”.
La separación clara entre finanzas personales y del emprendimiento fue otro aprendizaje clave. “Tener las cuentas ordenadas te permite tomar decisiones sin mezclar lo doméstico con lo productivo”, dice Natalia. Además, subraya que testear precios con sus clientas es fundamental para mantener un vínculo basado en la calidad y la confianza.
El caso de Adriana y el de Natalia no son excepciones aisladas. Son parte de una red de más de 60.000 trabajadores y trabajadoras independientes que accedieron a créditos a través de Provincia Microcréditos, con un saldo total de 185.000 millones de pesos. Desde su creación en 2020, el programa ya benefició a más de 300.000 emprendedores y según los últimos datos del BAPRO Microcréditos, las mujeres mejoraron su acceso al crédito aumentando su participación en préstamos en un 61 por ciento.
Con líneas orientadas al capital de trabajo, el programa ofrece préstamos de hasta 50 salarios mínimos vitales y móviles -más de 15 millones de pesos- con tasas del 49 por ciento para hombres y del 47 por ciento para mujeres, subsidiadas por los municipios entre 13 y 15 puntos. El respaldo no solo es financiero: incluye asistencia técnica y capacitación. En 2025 se destinarán 2.700 millones de pesos a estas líneas, y 18 municipios bonaerenses ya están adheridos, entre ellos Las Flores, donde viven y trabajan tanto Adriana como Natalia.
“El mejor respaldo es el que llega cuando más lo necesitás. Los bancos privados no están para esto, pero la banca pública sí”, expresó recientemente el gobernador Axel Kicillof durante la firma de convenios en La Plata, donde se sumaron más municipios al programa para que pronto el número se agrande a 23 distritos adheridos.

