Juntos por el poder, un nuevo viejo bloque

Con tal de no desaparecer, se reactivan antiguas alianzas cambiemitas en la Cámara de Diputados nacional. Pero esta vez, sin Carrió ni Pichetto.

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El tema es sobrevivir. Como sea. No volverse irrelevantes. Esto son los conceptos que más se repiten, cuando se escucha a los macristas en privado. En los últimos días el PRO planteó una doble jugada para armar un bloque en la Cámara de Diputados nacional que se asemeja un poco a lo que fue Juntos por el Cambio, pero reducido. Y, por otro lado, ejecutó una fría venganza en el Congreso bonaerense, para dejar a La Libertad Avanza sin ninguno de los cargos que le corresponden a la oposición, ya sea autoridades legislativas o lugares en el Banco Provincia. Sebastián Pareja se quejó y lo mandaron a llorar a la llorería.

El PRO tuvo una caída vertical de bancas después de este año: pasó de tener 40 a 12. A la UCR no le fue mejor: pasó de las 30 que controlaba a tan sólo seis. Por eso, no es raro que se hayan vuelto socios en el espanto para armar un nuevo bloque.

Pero si bien LLA se llevó algunos “radicales con peluca”, al bloque al que más le apuntó fue al PRO a la hora de robar diputados. La encargada de “caranchear” (como dicen sin tapujos en el PRO) fue Patricia Bullrich, ahora jefa de los senadores libertarianos. Les birló 11 diputados, además de la senadora Carmen Álvarez Rivero. Primero, orquestó una salida masiva -y festejada, salvo en el caso de Silvana Giudici, que cambió de bloque silbando bajito- de diputados y luego, por goteo, se llevó a Belén Avico, a Verónica Razzini y a Alejandro Bongiovanni, hombre de la histórica Fundación Libertad.

Juntitos


Ante esto, el PRO vivió días de tensión esta semana, con un Ritondo cansado de que le festejaran los goles en la cara. La respuesta fue replegarse a las viejas alianzas, y primero que todos, estuvieron los radicales. Los seis que quedaban eligieron como jefa de bloque a Pamela Verasay, que hizo un acuerdo y se sumó a un interbloque de 22 diputados con el PRO.

Además de los radicales, Ritondo recurrió a sus viejas amistades de la Legislatura porteña: retomó las conversaciones con Oscar Zago, que finalmente sumó a su tropa al interbloque (menos Lourdes Arrieta, que se fue con Provincias Unidas).

También cerró un acuerdo con el gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, que abandonó el entente provincial para sumar a ese bloque a su único diputado, José Luis Garrido. A último momento, Ritondo consiguió incorporar a la radical Karina Banfi (otra que perdieron de Provincia Unidas, que se quedó con otras 22 bancas).

Los que faltan


No obstante, si se piensa en los socios históricos de Juntos por el Cambio, faltan algunos. La primera, Elisa Carrió. Los dos diputados lilitos que sobreviven no hicieron yunta con Ritondo sino que se fueron a Provincias Unidas. ¿El motivo? “Los lilitos hace tiempo que vienen cruzados con Cristian”, enuncian en el bloque, donde esperan en algún momento recuperar al tercer socio de lo que fue JxC.

El segundo, Miguel Angel Pichetto. Él y Massot eran candidatos a incorporarse al interbloque, sobre todo porque estaban cruzados con que la presidencia del interbloque se la daban a Gisella Scaglia. Pero finalmente pesaron más otras relaciones. “Ahí nos jugó en contra la relación de Massot con Sebastián García de Luca, que es operador de Maximiliano Pullaro”, indicaban en el PRO. Paradojas de estos tiempos, García de Luca supo ser uno de los alfiles políticos de Mauricio Macri en el ministerio del Interior de Rogelio Frigerio.

El otro dato de la sangría es Scaglia: es la presidenta del PRO Santa Fe, pero en el armado pesó más su relación con Pullaro y terminó no solo afuera del bloque PRO, sino presidiendo otro bloque. Esto había generado mucho revuelo en el último cónclave del PRO en el que ella estuvo presente y es de esperarse que tenga represalias. Puede dar fe Oscar Agost Carreño: presidente del PRO Córdoba, también integró otro bloque durante su paso por el Congreso y Macri le mandó a intervenir tres veces el partido.

Con Scaglia no hay más que enojo por su ruptura: “El bloque que comanda tiene poca densidad y se va a terminar quebrando. De hecho, la pusieron a ella para cumplirle a Pullaro en un bloque donde hay seis cordobeces”, atizaban las internas. En el PRO saben que si alguna vez Unidos implota, ellos cosecharán algunos nuevos aliados.

El interbloque de PRO no tiene nombre todavía, pero ciertamente tiene aires cambiemitas. Por ahora, es PRO-MID-UCR.

La venganza de Ritondo


Hay dos venganzas esta semana: la que no fue y la que sí se pudo ejecutar.

La primera iba a ocurrir en Diputados, donde Ritondo trabajó junto con otros jefes de bloque (entre los cuales estaba Scaglia, Verasay, pero también Germán Martínez, de Unión por la Patria) para dejarlo a Martín Menem sin el control de las comisiones que finalmente retuvo. Se habían reunido los votos suficientes para darle el golpe a Menem, pero el oficialismo les logró desarmar la jugada.

Lo hizo, primero, logrando que los radicales se dieran vuelta. Primero la convencieron a Verasay, luego lo enviaron a Diego Santilli a calmar las aguas con Ritondo que, cuando vio que ya no tenía el número, también cedió. ¿El resultado? Martín Menem reeligió y podrá seguir manejando a piacere los cargos en las comisiones.

La que sí pudo ejecutarse fue en el Congreso bonaerense. Allí, el PRO acompañó el endeudamiento provincial y consiguió ubicar a su gente en las autoridades de la cámara y en el Banco Provincia. “Son los lugares que les corresponden a la oposición”, aclararon en un comunicado oficial. Pero en voz baja advirtieron que les primerearon esos lugares a La Libertad Avanza, y que por eso Sebastián Pareja “se quedó caliente”.

Pareja salió a fulminarlos con un tuit donde los trató de casta y de cambiar votos por cargos. “No se quejaba tanto cuando le votábamos el endeudamiento a ellos”, se rieron en el PRO, donde siguen pensando que el que ríe último ríe mejor. Pero por ahora, todo indica, se trata de sobrevivir.